Wednesday, May 8, 2013





Collalba gris 
Losestornudos de Jaime, que sólo tiene tres años, pero ya es alérgico al polen como los mayores:
―Sí, hijo, sí ―se lamenta la abuela―; ahora los niños vienen con una alergia debajo del brazo.
El verderón ha puesto el nido en el jardín de los papás de Jaime.
―A ver, Jaime; dile a don Enrique cómo se llama.
―¡Pajadito!
La crisis melancólica de Lupe también parece cosa de la primavera. Al menos eso opina su madre:
―Está en una edad muy mala. “La” estoy dando ceregumil.
Lupe me mira en busca de un gesto de complicidad de su-cura-de-toda-la-vida.
(No te preocupes, Lupita, que yo no digo ni pío).
¿Y el llanto repentino y un poco escandaloso de Andrés, que ya ha cumplido los 70?
―No quiero nada con los psiquiatras. Me tomo un par de copas y espero a que se pase la primavera.
Los chavales de Tajamar también florecen en primavera. Hablan en voz más alta, tienen las mejillas coloradas y llevan la camisa al aire, fuera del pantalón, como una bandera de libertad.
―¡Adiós, cura!
En Tajamar han aparecido las collalbas. También es cosa de la primavera. Y esta misma mañana, cuando regresaba de Misa, he visto a un chaval de 13 ó 14 años sentado frente a la gran imagen blanca de la Virgen que hay en el jardín frente al oratorio. Tenía en la mano derecha un rosario y parecía muy concentrado.
Esto no es cosa de la primavera.
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