Monday, March 18, 2013




Estoysolo otra vez en Molinoviejo. Dentro de unos minutos en Valencia comenzará la nit de foc y la noche se llenará de luz y de olor a pólvora. Aquí, en este rincón de Castilla la Vieja, me conformaría con una de esas puestas de sol escalofriantes que encienden el horizonte cuando el cielo está limpio y tiritan , limpias de bruma, las estrellas.
Hoy no ha habido nada de eso. Las nubes, que parecieron disiparse esta mañana, han vuelto con aire amenazador. No hay pájaros en el jardín. Sólo se oye el rítmico martilleo del pico picapinos, que trabaja la madera con gran entusiasmo.
Me pregunto si será un homenaje a San José, patrono de todos los carpinteros, hombres y pájaros. Por si acaso, procuro escucharlo en silencio sin interrumpir su tarea, y lo bautizo con el nombre de Pepe: Pepe-Picapinos.
De pronto, como un eco, otro de la misma especie se une al concierto a lo lejos.
Mientras paseo por el jardín, preparo la meditación de mañana. En el gran oratorio de la residencia se reunirán 60 o 70 personas. ¡Tengo tantas cosas que decir! ¿Cómo resumiré todo lo que San José representa en este juego divino de la Redención?
Regreso a mi habitación y escribo estas cosas. Hablaré del trabajo, del picapinos, de fidelidad, de la Virgen María. Y también del silencio, que es el mensaje más elocuente del Santo Patriarca.
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