El alimoche, como yo, vuela hacia el norte estos días
Me pregunto por qué tengo que anotar aquí todos mis movimientos. Tal vez el globo sea una copia de seguridad, un back-up de mi propia memoria, que ya empieza a flaquear.
--¿Que dónde estuve el viernes? Un momento, colega; me meto en Internet y te lo cuento con pelos y señales.
¿O será sólo para justificar mi silencio de algunos días? Hoy, por ejemplo, no creo que escriba nada: voy camino del Norte, despacio, sin prisas, como las aves migratorias que pasaron el invierno en África y quieren llenar de música nuestra primavera. A lo mejor surge una historia en la carretera, pero no es probable. Tengo el depósito lleno y sólo me detendré para estirar las piernas un par de veces. Mi cochecito aguanta mil kilómetros sin repostar.
Cuando salga este post, habré celebrado la Misa del domingo en la Pasión del Señor y tal vez esté rezando el rosario en el coche.
Ha empezado la Semana Santa. No es un tiempo triste; puede ser gozoso, glorioso o doloroso, según como se mire. Y los cristianos contemplamos la Pasión y muerte del Señor desde la victoria final, desde la alegría de la Resurrección.
0 comments:
Post a Comment