Tuesday, March 26, 2013




La atracción de la ermita.

 
Tengouna cita con Pascalle en “el Faustino”, pero como aún dispongo de una hora, me animo a dar un paseo bajo el sol y a hacer una romería a la Virgen de la ermita.
Es Lunes Santo. Me dicen que el martes comienzan las vacaciones, pero da la impresión de que buena parte de los estudiantes ya se las han tomado por su cuenta. Me siento y saco el rosario frente a la imagen de la Virgen, una preciosa escultura de Sciancalepore que San Josemaría regaló a la Universidad de Navarra hace medio siglo.
El mármol blanco de la imagen resplandece ahora bajo un sol tímido que no se atreve a asomarse del todo. A mi derechaa, el camino que une la avenida de Pio XII con el campus universitario está menos concurrido que otras veces. La ermita es un breve rellano que invita a hacer una pausa.
Llegan tres chicas hablando a la vez. Miran a la imagen y saludan con una inclinación de cabeza tan enérgica y marcial que asusta. Callan un segundo y continúan la marcha como si tal cosa.
Un par de minutos después aparece una mujer joven con aire de profesora. Se agarra a la reja y se demora un poco más; tal vez un minuto.
A partir de ese momento empiezo a elaborar mi pequeña estadística, cuyos resultados os ofrezco con mucho gusto:  de cada diez transeúntes, seis se detienen ante la Madre del Amor Hermoso. Dos, permanecen a menos un minuto, y el resto saluda con el mismo cabezazo navarro de las primeras chavalas, que pone en peligro la integridad de sus cervicales.
―¿Y tu rosario?
―También forma parte de mi estudio estadístico. Me interrumpí unas veinte veces, y de cada 10 avemarías, 9…, en Babia. 

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