Tuesday, August 13, 2013


Ochoo diez gallinas de varias especies, diez o doce canarios de distintas razas, dos hurones chicos y tres grandes, cinco o seis conejos, nueve perros, varios gatos, nueve tortugas de agua y alguna de tierra, además de una tribu de chavales imposible de controlar, forman la banda de secuestradores que hoy mismo ha vuelto a delinquir.
A la una de la tarde se ha presentado José María en mi cueva y me ha instado a entrar en el mismo vehículo familiar que me llevó hace días hasta “El dedo de Dios”. Esta vez conducía Hiurma y el trayecto ha sido breve. Pilar, la madre de familia y jefa indiscutible de la tropa, con permiso de su marido, nos recibe en su casa. Giovanni, que es un chaval silencioso con mirada de espía, me enseña los animales de su granja doméstica.
Alguien me trae un pajarito inmaduro que, al parecer, se cayó de una palmera y lo han acogido con gran entusiasmo. Suponen que yo tengo que saber a qué especie pertenece, pero la verdad es que no tengo ni idea; las crías se parecen todas.
―¿Y cómo lo alimentáis?
―Con galletas y agua.
Hemos almorzado entre el alboroto general, croquetas, calabacines empanados, conejo, papas “arrugás” y un postre delicioso preparado por Hiurma. Todo bien regado con tinto de verano don Simón. Yo he tenido a mi lado a Alicia, que sonríe siempre como en la foto.
A las cuatro y cuarto de la tarde los secuestradores me han liberado a la puerta de mi cueva.
 
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