Reflexiones de un jurista viejo y desconcertado
- Hecha la ley, hecha la trampa. Por tanto, leyes pocas; las justas. No sea que se multipliquen las trampas.
- Cuando una sociedad pierde sus valores morales exige leyes más duras y jueces implacables. Pero ni las leyes ni los jueces sirven para que un país recobre su dignidad.
- La corrupción bien entendida empieza por uno mismo, y esa putrefacción sólo se cura en el Sacramento de la Penitencia.
- ¿Para qué un fiscal anticorrupción? ¿No es ésa la función de todos los fiscales?
- “¡No hay derecho!” En efecto, no lo hay. A medida que se multiplican las leyes se diluye el derecho.
- ¿Quién dijo que este sol es de justicia? ¿De verdad es un castigo?
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