Tuesday, June 4, 2013




Me levanto a las 6 (las 7 en la Península) y rezo Laudes antes de echar una ojeada al guión que escribí ayer mismo para la meditación de la mañana.
Leo en el Evangelio aquella pregunta que San Pedro hizo a Jesús un día: “si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces debo perdonarle? ¿Hasta siete veces?” De pronto caigo en la cuenta que, a lo mejor se había enfadado con Andrés, su hermano de sangre. ¿Por qué si no iba a hacer una pregunta semejante?
Sin pretenderlo, me dejo llevar por la imaginación y me invento una historia con la presunta bronca entre los hermanos.
A las 7,30 salgo al jardín y compruebo que los tomates están maduros y han salido nuevas berenjenas la mar de grandes y lustrosas.
Después de la meditación, la Misa y el desayuno, me dispongo a estudiar Teología Moral y a preparar un par de clases que aún tengo pendientes. Aguanto poco.
Poco antes del almuerzo suena el teléfono. Aleluya! Lo malo es que estoy regando el huerto y tengo las manos sucias. Además debería cambiarme de zapatos para entrar en la casa. Regreso lo más rápido que puedo, me lanzo sobre el teléfono, y un segundo antes de descolgarlo, cortan la comunicación al otro lado. Murphy es así.
Frente al ordenador, abro el correo electrónico, que trae noticias de Santiago de Chile, Copenhague, Madrid, Roma, Bilbao, Vallecas, Gijón, Sevilla, Guatemala…
Empiezo a contestar por riguroso orden mientras apruebo o rechazo los distintos comentarios que llegan a mis últimas entradas en el globo.
Me estoy volviendo maniático. No me interesa que el globo se convierta en una jaula de grillos donde todos discuten de asuntos varios con independencia de lo que haya escrito yo. Por eso he rechazado más de la mitad de los 58 comentarios que entran a mi broma calderoniana sobre las lágrimas televisivas.
Me sorprendo al comprobar una vez más que buena parte de los comentaristas no sintonizan con mi peculiar sentido del humor. La culpa debe de ser mía.
Por la tarde continúo con el estudio hasta las seis. Hoy no ha venido nadie. Ni el lagarto. Me propongo no escribir nada en el globo. Si acaso pondré un par de chistes de don Fernando.
Después de la oración de la tarde, cambio de opinión.
Durante la octava del Corpus tendremos todos los días Exposición solemne del Santísimo. Al terminar, confesiones y charlas personales.
Otro comentario al último post. Un anónimo me dice: “no se enfade tanto por…” Y recuerdo lo que me dijo mi abuelo Eugenio hace más de medio siglo.
―Si quieres que alguien se enfade, repítele tres o cuatro veces que no se enfade. Ya verás como acaba gritando ¡¡No estoy enfadado!!
Cinco minutos de televisión. ¡Horror: el masterchefotra vez! Y siguen llorando a lágrima viva.
Espero que no haya habido alguna otra desgracia. Y si la hay, no hace falta que conviertan sus lágrimas en un espectáculo.


  

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