Qué frío
Hace frío en Miraflores de la Sierra. Frío del bueno. Frío de sopa de ajo o de Cola-Cao caliente a media tarde. Frío de bufanda, de pasamontañas y de calcetines de lana. Ya pasó el 40 de mayo y he venido sin sayo a la Sierra desde Canarias con el propósito de no sufrir con el calor; pero ahora me veo me he envuelto en una manta para preparar las meditaciones del retiro de mañana.
Abro el Nuevo Testamento y encuentro una tira de papel plastificado en la página del Evangelio que he pensado comentar. En esa tira yo mismo escribí hace un par de meses unas palabras bien conocidas:
Cantate Domino canticum novum! (Ps. 96). ¡Cantad al Señor un cántico nuevo!
¿Seré capaz?: he predicado este retiro dos o tres veces en los últimos días, y no parece sencillo encontrar palabras nuevas para un cántico original. ¿Es necesario buscarlas? Las asistentes sí que son nuevas, y seguro que se conforman con el viejo esquema que me ha servido durante años.
¿Un cántico nuevo? Kloster, me dice que tengo razón, que no necesito preparar nada diferente.
--Repite, repite y repite, colega. Claro que a lo mejor quien se aburre con tus viejas historias es el mismo Señor, y deja de escucharte. O se duerme como en la barca de Pedro.
En ese momento oigo por la radio un grito enorme: Gooooooool!! España está ganando a Italia y el cronista corea cada gol como si fuera el único. Eso sí que es un cántico nuevo. Yo debería intentar algo parecido.
Si no fuera por el frío.
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