Arucas se alfombra de flores para la Procesión del Corpus Christi
Ya he olvidado su nombre, aunque me lo repitió dos o tres veces. Su apellido es “Kuruba” o algo parecido y vino de Sierra Leona a Canarias hace ocho años.
―Soy marino y en mi país había guerra. Me fui con el barco y ahora soy canarión ―me asegura con una sonrisa espléndida―.
A continuación me saluda con gesto militar:
―¡Sí, señor, sí! Soy de Canarias y mi señora también.
Es negro como el carbón y pide limosna en el centro de Las Palmas. Curiosamente a cada transeúnte le adjudica una tarifa distinta. A una señora que sale del supermercado le dice:
―Señora, guapa, me faltan veinte céntimos.
A un tipo alto y elegante de unos 60 años, le solicita dos euros para cenar, y a mí, que acabo de salir del club Talpa y doy un paseo por los alrededores, me pide un euro.
―Y para mi señora una estampa.
Su mujer no es africana, pero tampoco parece canaria. Quizá andaluza. Tiene unos cincuenta años y pide limosna a su lado.
―¿Estáis casados?
―Yo no tengo papeles, y para casarse todos piden papeles.
Me cuenta que está bautizado. Su nombre cristiano es Salvador, “porque sólo Jesús salva”. Luego me explica que ha conocido algunos sacerdotes buenos, que ayudan a los pobres, y cuando le digo que estoy viviendo cerca de Arucas, me informa de que allí hay una procesión del Corpus con muchas flores.
―Ya se ve que eres canarión ―le digo―.
―¡Sí, señor, sí! ―grita como un marine, con la mano derecha en la gorra―.
Antes de despedirme me pide otro euro para comer.
―¿No prefieres otra estampa?
Se ríe a carcajadas como si hubiese dicho algo muy gracioso.
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