Saturday, April 13, 2013

Querido Harry Potter*



Me dicen que en Hogwarts, la “escuela de magia y hechicería” donde estudiaste, siguen utilizando lechuzas para transportar el correo. ¿Será posible que aún no tengáis wifi? Va siendo hora de que dejéis de maltratar a las pobres rapaces nocturnas. Y eso, por no hablar de las anacrónicas escobas que usáis para desplazaros. ¡Volar con escobas, habiendo aspiradoras…! Estáis en pleno Jurásico, muchacho. Los muggles ―o sea, los no magos― disponemos de medios de comunicación mucho más veloces, como este e-mail que ahora te envío con un clic. Espero que puedas leerlo.
No quiero pelearme contigo. Has sido mi héroe de los últimos años. He leído y releído cada uno de los volúmenes que cuentan tus aventuras. Incluso tengo una traducción al latín del primer tomo. Conozco de memoria los nombres de tus amigos y enemigos. Me he reído con tus travesuras en casa de tío Vernon y me han hecho temblar tus enfrentamientos con “aquel que no debe ser nombrado”.
Algunos dijeron que con tantos conjuros y pociones maléficas estabas fomentando la superstición e incluso el culto al Diablo; pero yo te defendí siempre. Querido Harry, tú eras para mí una metáfora montada en una escoba, un estimulante de la fantasía y un simpático hechicero. Conseguiste que millones de niños de todo el mundo leyeran miles de páginas impresas. Al terminar el último libro, supimos que el cuento no terminaba; seguiste vivo, tan real y sólido como La bella durmiente, Caperucita roja o Aladino y su lámpara maravillosa.  
Sin embargo, ahora que ha terminado todo, ahora que vives en Londres como un burgués cualquiera, casado con la pequeña Ginny, que es una bruja encantadora, quiero pedirte ayuda.  
Resulta que la magia se ha puesto de moda en mi mundo y precisamente entre los menos propensos a creer en lo sobrenatural. El cine, la tele, la literatura y hasta Internet se han llenado de brujos, vampiros y superhéroes vestidos de hortera con poderes fantásticos.
La verdad es que se venía venir. Esta sociedad incrédula e impía rinde culto a la técnica, sobre todo cuando no la comprende. O sea, como vosotros: porque, ¿qué es la magia sino una técnica que ningún brujo comprende del todo, pero que “funciona”?
A ti, por ejemplo, te adjudicaron una varita personalizada, una escoba Nimbus 2000 y un búho nival (bubo scandiacus), al que llamabas “lechuza” porque no sabes nada de esto. Con tales elementos y una cierta facilidad para los idiomas ―hablabas con las serpientes desde pequeño― te convertiste en un mago de provecho.
Bueno, pues ahora hasta los niños muggles vienen al mundo con una varita mágica debajo del brazo. La llaman Smartphoney es un adminículo que lo mismo mata a un marciano que envía mensajes a las antípodas o transmite imágenes, sonidos o música. La varita habla, te dice dónde puedes ir de copas, te localiza en cualquier punto del planeta y tiene poderes hipnóticos. Es capaz de abducir a su propietario y enviarlo a un universo virtual del que resulta difícil salir.
Entiéndeme: esta magia nos ha resultado muy útil, pero, si te das una vuelta por mi planeta, tú mismo comprobarás que hay millones de abducidos. Es fácil reconocerlos: tienen la mirada fija en su varita; la palpan con pasión, la toquetean espasmódicamente y quizá la oyen a través de unos hijos blancos que se han insertado en los tímpanos.
Y sí, Harry; también entre nosotros hay magos malos; seres sombríos que utilizan sus artes para corromper las conciencias y llevar a los incautos al lado oscuro de la fuerza. Yo mismo, algunas veces… ¡si te contara…!
¿Qué podemos hacer para defendernos? Hemos puesto filtros contra la basura que nos inunda y tratamos de proteger a los más expuestos al contagio; pero me temo que no es suficiente. No basta con tener destreza en los dedos para controlar esta varita. Tú necesitaste cinco años largos de preparación en Hogwarts  y mientras fuiste alumno, te prohibían usar la magia fuera de la escuela. ¿Crees que deberíamos hacer lo mismo los muggles?
Yo estaría dispuesto a fundar una escuela como la tuya con tal de que seas tú el profesor de “Defensa contra las artes oscuras”. Ven, Harry Potter, te necesitamos.
Y trae algunas escobas.

(*) Para cualquier duda sobre Harry Potter y sus aventuras, preguntad a vuestros hijos (o nietos)


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