Tuesday, April 23, 2013





Hoyhace 101 años hizo la Primera Comunión San Josemaría Escrivá.
Quizá alguien piense que la fecha tiene una importancia relativa, pero el Fundador de la Obra, que no era muy amigo de festejos, la recordaba con todo detalle y celebraba su aniversario año tras año.
Todos deberíamos hacerlo así: nuestro primer encuentro con Jesús Sacramentado es un hito fundamental si, de verdad, aspiramos a ser santos, a verlo cara a cara en el Cielo.
Tengo en mi mesa de trabajo algo que, a primera vista, podría parecer un abultado mazo de naipes. En realidad son recordatorios de Primera Comunión de cientos de niñas de Aldeafuente a las que tuve la alegría de preparar para ese día.
―¿Para qué hacemos recordatorios? ―les pregunté una vez―.
―¡Para que no nos olvidemos! ―contestaron todas a grito pelado―.
¿Sólo para no olvidar?
Cada mañana, cuando estoy en casa, “barajo” esos recordatorios, saco uno y lo pongo encima de los demás. Trato entonces de recordar la carita de aquella niña vestida de blanco, que quizá ahora tenga ya veinte, treinta o cuarenta años. Y pido al Señor que ella también recuerde su mirada de entonces.
Ahora tengo en la mano el recordatorio de Tadea, la hija de Lichi.
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