No, Almudena; no se pierde inteligencia con los años. Al menos mientras no llega la decrepitud definitiva.
No, Paloma, tampoco es el dinero lo que vuelve idiota al personal, salvo que lo ponga al servicio de su vanidad.
Un vanidoso tenaz, si se rodea de lacayos bien pagados que aplaudan sus gracias, se convierte en poco tiempo en un bobo; solitario, pero con diploma.
Ojalá no sea éste es el caso de mi viejo y brillante amigo.
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