La convivencia de Riaza transcurre sin sobresaltos ni más noticias que las meteorológicas: el otoño ya enseña la patita por debajo de la puerta.
Abro el ordenador para escribir mi línea diaria. ¿Qué puedo decir?
Como otras veces viene en mi ayuda el correo electrónico. Me escribe Toño, que tiene 10 años y de mayor quiere ser dentista como su madre.
"¿Y no te cansas de decir siempre las mismas cosas? ―escribe―. Yo me aburro mucho en las pláticas, porque don C. es muy plasta y siempre dice lo mismo. Contéstame en el globo si quieres."
Me has dejado sin palabras, Toño. Y…, sí, me canso. ¿Será que me aburro a mí mismo de tanto repetir? A veces pienso que corro el riesgo de ser como uno de esos anuncios de la radio que apenas se renuevan y nos machacan una y otra vez con el mismo mensaje, la misma letra y la misma melodía.
Trataré de renovarme; pero la reiteración a veces da fruto, como ocurre en la publicidad.
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