Friday, September 27, 2013

Aquel agricultor tenía un grave problema: la cosecha de sandías se presentaba espléndida, pero los chicos del pueblo parecían decididos a terminar con ella. Todas las noches entraban en el huerto y daba buena cuenta de las más gordas y sabrosas. 
Para resolver el asunto, se le ocurrió poner un letrero en un lugar destacado de la plantación:
Se advierte a los ladrones que en una de las sandías he inyectado veneno.
Aquella noche los chicos no comieron nada, pero, de regreso a casa, redactaron otro cartel. 
Al día siguiente el agricultor notó que no faltaba ninguna sandía, pero junto a su letrero había otro:
 Atención. Ahora hay dos sandías envenenadas.

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