Friday, January 18, 2013




Ayerpor la tarde nos reunimos un grupo de parientes y amigos de Antonio Fontán para celebrar la Eucaristía en el aniversario de su muerte. La ceremonia tuvo lugar en la antigua sede del Colegio Mayor Castilla y en el mismo oratorio donde dije la primera Misa corpore insepulto a las pocas horas del fallecimiento de Antonio.
No es verdad que el paso del tiempo acabe con todo. Yo me emocioné ayer más que la primera vez. Hace tres años la capilla del Colegio Mayor estaba abarrotada, y había personajes importantes de la vida pública española, gentes de la prensa y de la universidad, etc. Luego llegaron los reyes de España, el presidente del Senado… Ayer en cambio, mientras predicaba sin un guión previo, tuve la impresión de estar en una tertulia de familia.
Hablé de fe y de fidelidad, y tomé como punto de partida un Nuevo Testamento bilingüe, griego y latino, que manejaba don Antonio desde 1948 y que yo “heredé” sin demasiada legitimidad. En ese libro, regalo de San Josemaría, Antonio solía introducir papelitos con notas tomadas de los Evangelios y, sobre todo, de las cartas de San Pablo. En uno de esos papeles había escrito en latín dos textos brevísimos de la segunda epístola a Timoteo: scio cui credidi! y fidem servavi. “¡Yo sé de quién me he fiado!” y “he guardado la fe”, he sido fiel.
Al terminar la Misa, un conocido periodista, colaborador y amigo de Antonio, me propuso charlar “largo y tendido” para escribir “a medias” una semblanza de nuestro maestro y amigo. 
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