Cuenta el Evangelio de la Misa de hoy que se celebró una boda en Caná de Galilea, y María estaba allí. Era una invitada, la más elegante y la más hermosa de todas. Ella es La Señora.
¿Por qué ningún pintor se ha atrevido todavía a retratarla así, con una copa de vino en la mano y una sonrisa en los labios?
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