Thursday, January 31, 2013


Quémal me expresé ayer. Se conoce que tenía fatigada la sesera.
Quise decir que, en el examen de conciencia, al hacer el balance del día, hubo empate, igual que en el partido que se oía como música de fondo. Empate entre penas y alegrías; entre lágrimas y risas; entre errores y aciertos.
A veces el empate sabe a gloria ―eso le ocurrió al Madrid―, porque merecíamos perder por goleada. Otras veces en cambio vamos de triunfo en triunfo, engreídos y encantados de habernos conocido, hasta que, casi al final, nos caemos con todo el equipo.
Empate, sí. Menos mal que el árbitro está de nuestra parte.

Wednesday, January 30, 2013


¡Quién me manda a mí escribir una línea cada día!
Son las diez y media de la noche y trato de no enterarme de cómo va el partido Madrid-Barça. Oigo a lo lejos la voz gritona del locutor de Onda Cero, que hoy se está ganando el sueldo. Ha habido un gol. Al menos uno.
No soy capaz de centrarme en el tema. Tendría que escribir a Luis, que acaba de perder a su mujer inesperadamente por culpa de infarto agudo de miocardio; a Marco, que tiene a su hija pequeña con leucemia; a Marta, una pequeñaja que llora y llora porque su perro Lolo ha muerto atropellado por un coche; a Lucía, que se ha quedado sola con un niño de seis meses porque su 2pareja" la ha abandonado; a Leo, que se ha fugado de casa porque "no aguanto a mi padre".
Algunas veces, el examen de conciencia de la noche resulta duro. Casi no recuerdo lo que he hecho hoy. Sólo, que he visto una gran bandada de aves migratorias a las cuatro de la tarde y no he sabido reconocerlas. 
Otro gol. Creo que alguien ha empatado.





Tuesday, January 29, 2013


Acaba de salir a la venta uno de los tres libros que espero para 2013. Los tres han nacido aquí, en el globo. Ahora, a la vista de la Cuaresma, aparece en papel el primero. Me gusta la portada. 
La sinopsis del libro dice, entre otras cosas, lo siguiente: 
"Estos relatos nacen de la oración de su autor ante la cruz, siguiendo la misma lógica que le llevó a escribir El Belén que puso Dios. Aquel Niño con el que jugábamos en el portal va a morir en una Cruz y es preciso acompañarle. Los actores de esta tragedia son muy diferentes, no hay pastores ni estrellas, ni coros de ángeles cantores. Hay, sí, un borrico; y está María Santísima, siempre joven y hermosa, pero bañada en lágrimas.  Entre los demás personajes hay de todo: buenos y malos. Amigos de Jesús, como María Magdalena, los apóstoles, Simón de Cirene o José de Arimatea, y enemigos que buscan su desaparición de este mundo: Caifás, Judas, Pilato, Barrabás... No ha resultado fácil prestarles la pluma para que también ellos relaten algo de la historia tal como la vieron.
Como colofón adecuado, se incluyen al final unos comentarios al Adoro te Devote, conocido himno eucarístico atribuido a santo Tomás de Aquino. Jesús, en la Eucaristía, rompe las barreras del espacio y del tiempo y vuelve a trasladarnos al Gólgota."

Monday, January 28, 2013

Los meteorólogos de mi tierra alertan a la ciudadanía de la llegada de olas gigantes a las costas del País Vasco. Para curarse en salud han cerrado los accesos a la Playa de Ereaga y aconsejan imperativamente al personal que nadie se acerque al paseo marítimo.
Comprendo que soy un insensato, pero a punto he estado de desoír los consejos maternales de las autoridades. Las olas de 6 o 7 metros de altura son un fenómeno bellísimo de la naturaleza, y a uno le traen recuerdos inolvidables de los años 50.
Tendría yo 13 o 14 años cuando nos acercamos al muelle un grupo de chavales del colegio en plena galerna, en la época de las mareas vivas. Un tipo se había encaramado en lo alto de uno de los bloques donde rompen las olas y puesto en pie gritaba:
--¡No abandonaré mi buque aunque tenga que hundirme con él!
La marea no paraba de subir y las olas eran cada vez más altas. El sujeto estuvo a punto de ser engullido por la mar en varias ocasiones. ¡Cómo disfrutamos los miserables adolescentes esperando un trágico desenlace!
--¿Y qué pasó?
--Lamentablemente nada. Llegó la guardia civil y lo rescató. El intrépido capitán estaba empapado por fuera y por dentro. Tenía una borrachera colosal.
Cordelia me lo envía y asegura que es "chulo".
Esto me recuerda uno de mis viejos propósitos: hacer un elenco de adjetivos, sustantivos y verbos del siglo XXI, que se han impuesto con insólita rapidez para desconcierto de académicos e hispanohablantes no españoles: "chulo", "crac", "controlar" como sinónimo de "saber de", etc.
Mi amiga Rebeca, que es la mar de tradicional a pesar de que solo tiene 16 años diría que el anuncio es "mono".


Seguimos con Nike. Este anuncio ha tenido que costar una pasta, aunque sólo sea por lo que acostumbran a cobrar los futbolistas que participan en la juerga.

Sunday, January 27, 2013


Como sabéis los habituales del globo, he empezado una nueva sección en Mundo Cristiano titulada "no hay mail que por bien no venga". Reproduzco a continuación el artículo de febrero.

Querido Juan Pablo I: 
Siempre me tiembla la pluma cuando debo escribir a grandes personajes. No resulta fácil conjugar el “vuecencia”, “vuestra ilustrísima” y no digamos nada “vuestra santidad”. Así que, queridísimo Padre, permítame que le apee el tratamiento y me quede con el “usted”.
Envío este mensaje al Cielo, y utilizo el correo electrónico porque es seguro que todos los bienaventurados tienen cobertura, y a mí me urge pedirle licencia y perdón. Licencia para apropiarme de un género literario que le pertenece y perdón por destrozarlo desde esta página.
Usted, Padre Santo, publicó un libro lleno de ternura, sabiduría y buen humor, titulado Illustrissimi, “Ilustrísimos Señores”, en castellano. Se trataba de un conjunto de cartas dirigidas a todo tipo de personajes, con los que dialogaba sobre mil asuntos. Santa Teresa de Jesús, Pinocho, Fígaro, el Rey David, y otros muchos fueron sus privilegiados interlocutores. Al final, incluso se atrevió a escribir una carta a Jesús.
Durante años he tenido ese libro en la mesilla de noche, y he pensado que yo también podría escribir a otros personajes para charlar con ellos de cosas de Dios.
Al fin me he decidido. Ya no me importa que me comparen con usted ni que me acusen, con justicia, de plagiario. Tampoco me preocupa que constaten hasta qué punto mi ingenio está muy lejos de su sabiduría. Usted tuvo la ciencia de los santos, la sapientia cordis, que se manifestaba en un sentido del humor lleno de ternura, que a nadie ofendía, pero era capaz de conmover y devolver la sonrisa a los tristes de este mundo.
Por todo eso, Santidad, le pido perdón. A lo largo de los próximos meses escribiré a Harry Potter, a Neil Armstrong, a Telmo Zarra y a gente así. No les enviaré cartas de papel, sino e-mails. El correo electrónico tiene muchas ventajas. Claro que también presenta inconvenientes.
Entre los inconvenientes, el más importante es que nos está haciendo perder el gusto por la palabra. ¡Si viera los mensajes que recibo cada día en mi correo! La ortografía produce calambre en las pupilas del lector; las palabras se comprimen hasta formar vocablos impronunciables que parecen venidos de Marte; la sintaxis es tartamuda… Nada que ver con las viejas, primorosas, aunque cursis, cartas de amor o con las que mandábamos a la familia cuando estábamos lejos.
Usted, Santo Padre, amaba su idioma y lo trabajaba como un humilde artesano del lenguaje. Nunca pretendió adornarse con palabras; no se recreaba en cada frase ni trataba de deslumbrar con ingeniosos retruécanos. Únicamente pretendía llegar con la belleza de los vocablos corrientes al corazón y a la inteligencia del lector corriente para acercarlo a Dios.
¡Qué difícil es eso! Algunas veces tengo la impresión de que los sacerdotes usamos unas palabras para hablar de fútbol o para comprar fruta en el mercado, y otras muy distintas para nuestros sermones, homilías o cartas pastorales. ¿Cuándo comprenderemos, por ejemplo, que la palabra “gozo” suena siempre con música de órgano porque ya no existe en el castellano de la calle? ¿Por qué nos empeñamos en insertar largas y tediosas subordinadas en vez de decir “una cosa detrás de otra”, como pedía mi maestro Azorín? ¿Y esa sorprendente erudición que nos lleva a hablar de “kerigmas”, “kénosis” y “epíclesis” a los adormecidos fieles que no saben de qué va la cosa?
El Papa actual, uno de los hombres más cultos de este siglo, habla y escribe con la claridad de un maestro. Nunca ha necesitado de esa facundia clerical. Y Juan Pablo II, tampoco.
Ahora hemos sido convocados para una nueva evangelización, y sé muy bien que el lenguaje no es lo más importante. Será el Espíritu Santo quien mueva los corazones; pero supongo que habrá que echarle una mano. Por eso me atrevo a rogarle, Santidad, que interceda ante el Señor para que nos mande un ángel corrector de estilo que limpie la prosa de los predicadores. Es preciso conseguir que sus palabras expresen la verdad, pero también la belleza de nuestro Dios.

Con todo el afecto y la veneración de su hijo

Saturday, January 26, 2013

Los habituales del globo recordaréis a don Manuel Martínez, que se nos fue a Sudáfrica hace año y medio y ya es nuestro corresponsal en aquel país. Hoy nos cuenta una bonita historia, ilustrada con dos fotos.


Ha pasado mucho tiempo desde que escribí la última vez, pero nunca es tarde si la dicha es buena.
Hoy quiero contaros una pequeña historia relacionada con Sudáfrica y con el Colegio Grazalema, del Puerto de Santa María, donde tuve la fortuna de trabajar antes de trasladarme a esta tierra.
Yo había preguntado a los de aquí si necesitaban que llevase algo desde España. Me contestaron que en la nueva residencia que se acababa de reformar vendría muy bien una casulla para la Santa Misa y una Custodia para la Exposición solemne del Santísimo. Lo dije en el colegio y se multiplicaron las iniciativas:
  • Los padres de las niñas que hacen la primera Comunión suelen regalar algo al Colegio. Ese año hicieron una colecta.
  • En la Misa de los abuelos, otra colecta ―particularmente generosa― con el mismo fin.
  • Las más mayores del cole montaron una capea.
  • Y, por último, los padres de las alumnas fueron invitados a  colaborar.
Todos fueron muy generosos. Pero a mí me llegó al alma aquella niña que me dijo que en la feria de su ciudad, ese año no iba a tomar chuches y que lo que ahorrara lo iba a poner para el Señor.
Me recordó un poco aquello de la viuda que puso dos pequeñas monedas en el tesoro del Templo. Al Señor le brillaron los ojos aquel día igual que con el sacrificio de las chuches.  
Me despido no sin antes pedir de nuevo oraciones. Aquí estamos en verano. El curso en la universidad empieza a mediados de febrero. En la residencia donde vivo ―Westridge Study Centre― tenemos tres huecos libres y estamos pidiendo al Señor que nos envíe buenos chicos llenarlos.  Así que escribo también pidiendo la limosna de la oración por esta intención. Necesitamos a esos muchachos ―andamos mal de dinero― y ellos nos necesitan aún más, aunque no lo sepan todavía. 

 Un abrazo muy fuerte de
Manu


 San Sebastián
―¿Por qué dices “Lérida” en vez de “Lleida”.
―Porque Lérida es una gran ciudad y Llamarla Lleida, hablando castellano, sería empequeñecerla.
―¡Alto, colega, que te metes en un jardín político…!
―No, Kloster, no. Yo hablo de lo que sé, y de política entiendo poco.
Es evidente que sólo los nombres de las grandes ciudades tienen la correspondiente traducción en todos los idiomas cultos. En castellano, no decimos London o Vienne, sino Londres o Viena. En cambio, las poblaciones insignificantes o menos conocidas conservan el nombre en su lengua original.
Decir "Torino" en lugar de Turín hablando es español es una soberana cursilada. Mi amiga Genoveva, que es una mujer encantadora, cayó en ese error cuando informó a todo el que quiso oírla que había visitado "mogollón de tiendas" en la five avenue de New York.   
En mi opinión, va siendo hora de poner los puntos sobre las íes y el rabo sobre las eñes. Yo, al menos, cuando hable castellano, que es mi lengua materna, no diré Bilbo, Donosti, Girona, New York o Moskvá, sino Bilbao, San Sebastián, Gerona, Nueva York o Moscú. Son demasiado importantes esas ciudades para expropiarles la traducción y convertirlas en aldeas.
Por supuesto si hablara vascuence, no diría “vascuence” sino euskara. Y a Bilbao lo llamaríaBilbo, etc. Convertir este asunto en una cuestión política o nacional da un poco de vergüenza ajena. Y uno conserva todavía cierto sentido del ridículo.
Escribo en la carretera. Voy camino de la Urbe, es decir de Bilbao.


Friday, January 25, 2013

Éste podría ser uno de aquellos "supermicrovídeos" de Alfonso Sanz, pero no sé cómo interpretarlo. Parece que el ateo es gruñón por no creer en nada; pero uno conoce gruñones de todas las creencias y pelajes.
Sí que es cierto, en cambio, que la fe ayuda, y mucho, a conservar el buen humor y el sentido del humor.

 
Por cierto, Alfonso, ¿donde estás? A ver si tienes un detalle con este globo
 ¿Y esta foto? Tenía ganas de ponerla; son sólo "cosas pequeñas"
Miguel, desde Italia, me sugiere que cuelgue este vídeo en el globo. Al verlo, he recordado un aforismo o poema, creo que de Tagore, que leí hace muchos, muchos años: "a mis amados les dejo las cosas pequeñas; las cosas grandes son para todos".
Es cierto que por salvar la vida de cualquiera, de un desconocido, todos seríamos capaces de hacer algo grande, incluso de jugarnos nuestra propia vida. Lo hemos visto hace pocos días en el Metro de Madrid. Pero si la persona salvada fuese muy querida, haríamos mucho más; la cuidaríamos, la abrazaríamos, nos quedaríamos a su lado para colmarla de mil pequeños detalles de afecto.
Es lo que hizo el "buen samaritano" de la Parábola. No se limitó a recoger a un hombre malherido para salvarlo de la muerte. Lo alojó en una posada, le curó las herida, pagó al posadero... 
"A mis amados..."  Todos los hombres deben ser "nuestros amados", y todos merecen esa enorme limosna de las cosas pequeñas.
San Josemaría Escrivá lo dijo con otras palabra. Los cristianos hemos de hacer grandes, por el Amor, los pequeños servicios de cada día.  
Lástima., el mensaje final, en portugués, echa a perder el mensaje. Pensar que un mundo sin religiones sería más solidario es tan bobalicón que no vale la pena rebatirlo. Yo no había leído. En este caso es cierto aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Sobre todo cuando las palabras son tan tontas.

 

Thursday, January 24, 2013



Haceun par de días la vi por primera vez en la estación de Atocha. Era una mujer flaca, de rostro enfermizo, los labios pintados de un rojo chillón. Llevaba una maleta de colores y un abrigo beige demasiado grande para su cuerpo esquelético. Yo regresaba de Pamplona y me asaltó en la rampa de salida hacia la calle.
―No te pido nada… Es que no tengo cambio. Necesito 6 euros. Acompáñame si quieres. Si no me los das, se lo pido a otro. Lo siento, no me gusta…
Siguió hablando sin parar con frases cortas inconexas. La miré a los ojos sin decir nada. El síndrome de abstinencia se le transparentaba en cada gesto. Ni siquiera me dejó responder. Salió disparada en busca de otro viajero.
Ayer volví a verla en la calle Goya. Seguía con su maleta y su abrigo beige, pero había aumentado la tarifa; pedía 10 euros para “volver a Guadalajara”.
―Si me dices de verdad para qué los quieres, te doy 5 ―le respondí―.
Temblaba como una hoja cuando me dijo que hacía mucho frío y necesitaba una copa.

Wednesday, January 23, 2013


La conocida periodista y escritora Ángeles Caso ha publicado en "La Vanguardia" el artículo, que reproduzco a continuación. No he seguido de cerca sus pasos, pero sé que es una mujer alineada en la izquierda, no creyente y de gran corazón. Padece desde hace años una  enfermedad grave. 
Seráporque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila. También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.

Tuesday, January 22, 2013

Para celebrar, ¿qué? Nada. Son cosas mías. Pero este anuncio sí que es genial, aunque no tenga efectos especiales 
 
Qué pasa. Es que no puedo poner un anuncio cuando quiera, ¿o qué? 
Dicen los de Calvo que las madres lo adivinan todo, que es imposible engañarlas. Si yo os contara...

Sunday, January 20, 2013

Buen anuncio el de Nike. Como casi siempre


Te comprendo, Carmencita: era un secreto tan gordo, tan gordo, que no tuviste más remedio que contárselo a tus amigas, a tus padres, a tu hermana, a tu perro, a tu diario, a...
Cuéntaselo también a Jesús. A ver que opina.
Cuenta el Evangelio de la Misa de hoy que se celebró una boda en Caná de Galilea, y María estaba allí. Era una invitada, la más elegante y la más hermosa de todas. Ella es La Señora.
¿Por qué ningún pintor se ha atrevido todavía a retratarla así, con una copa de vino en la mano y una sonrisa en los labios? 

Saturday, January 19, 2013


Tienes razón, Miguel; hay que compartir. Especialmente ahora que ha llegado el frío, por fin. 
Como puede verse, los gorriones son gente educada. Esperan su turno sin empujarse.

Me preocupa lo que escribes. Creo que tienes un problema serio. Lo natural es que los malos recuerdos se vayan diluyendo lentamente. Son como el polvo en suspensión que puede nublarnos la vista por unos instantes, pero que, con el paso del tiempo, se deposita en el fondo de la memoria y hace emerger lo bueno.
 
Tú en cambio sólo recuerdas las ofensas, las injusticias, la traición…
Supongamos que todo eso ocurrió, que eres objetivo. ¿Para qué te sirve seguir hurgando en la herida? Deja que el polvo se pose en el suelo y písalo, aplástalo. La memoria debe ser optimista. No se aprende del pasado mirando hacia las sombras. Busca la luz. El rencor  es estéril; nunca enseña nada.

Friday, January 18, 2013



Leo que hoy, día 18 de enero, Félix Rubén García Sarmiento, mundialmente conocido como Rubén Darío, cumple 146 años.
Nunca he sido devoto del poeta nicaragüense, pero es innegable su importancia en la literatura hispana. Entre todos sus sonoros poemas, elijo éste:


Letanía de nuestro señor Don Quijote


Rey de los hidalgos, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...

¡Caballero errante de los caballeros,
varón de varones, príncipe de fieros,
par entre los pares, maestro, salud!
¡Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes,
entre los aplausos o entre los desdenes,
y entre las coronas y los parabienes
y las tonterías de la multitud!

¡Tú, para quien pocas fueron las victorias
antiguas y para quien clásicas glorias
serían apenas de ley y razón,
soportas elogios, memorias, discursos,
resistes certámenes, tarjetas, concursos,
y, teniendo a Orfeo, tienes a orfeón!

Escucha, divino Rolando del sueño,
a un enamorado de tu Clavileño,
y cuyo Pegaso relincha hacia ti;
escucha los versos de estas letanías,
hechas con las cosas de todos los días
y con otras que en lo misterioso vi.

¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol,
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!

¡Ruega por nosotros, que necesitamos
las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel Pro nobis ora, gran señor.
¡Tiembla la floresta de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hamlet te ofrece una flor!

Ruega generoso, piadoso, orgulloso;
ruega casto, puro, celeste, animoso;
por nos intercede, suplica por nos,
pues casi ya estamos sin savia, sin brote,
sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,
sin piel y sin alas, sin Sancho y sin Dios.

De tantas tristezas, de dolores tantos
de los superhombres de Nietzsche, de cantos
áfonos, recetas que firma un doctor,
de las epidemias, de horribles blasfemias
de las Academias,
¡líbranos, Señor!

De rudos malsines,
falsos paladines,
y espíritus finos y blandos y ruines,
del hampa que sacia
su canallocracia
con burlar la gloria, la vida, el honor,
del puñal con gracia,
¡líbranos, Señor!

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos,
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...

¡Ora por nosotros, señor de los tristes
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión!
¡que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón!







Ayerpor la tarde nos reunimos un grupo de parientes y amigos de Antonio Fontán para celebrar la Eucaristía en el aniversario de su muerte. La ceremonia tuvo lugar en la antigua sede del Colegio Mayor Castilla y en el mismo oratorio donde dije la primera Misa corpore insepulto a las pocas horas del fallecimiento de Antonio.
No es verdad que el paso del tiempo acabe con todo. Yo me emocioné ayer más que la primera vez. Hace tres años la capilla del Colegio Mayor estaba abarrotada, y había personajes importantes de la vida pública española, gentes de la prensa y de la universidad, etc. Luego llegaron los reyes de España, el presidente del Senado… Ayer en cambio, mientras predicaba sin un guión previo, tuve la impresión de estar en una tertulia de familia.
Hablé de fe y de fidelidad, y tomé como punto de partida un Nuevo Testamento bilingüe, griego y latino, que manejaba don Antonio desde 1948 y que yo “heredé” sin demasiada legitimidad. En ese libro, regalo de San Josemaría, Antonio solía introducir papelitos con notas tomadas de los Evangelios y, sobre todo, de las cartas de San Pablo. En uno de esos papeles había escrito en latín dos textos brevísimos de la segunda epístola a Timoteo: scio cui credidi! y fidem servavi. “¡Yo sé de quién me he fiado!” y “he guardado la fe”, he sido fiel.
Al terminar la Misa, un conocido periodista, colaborador y amigo de Antonio, me propuso charlar “largo y tendido” para escribir “a medias” una semblanza de nuestro maestro y amigo. 

Thursday, January 17, 2013


―A estos tíos te juro que yo les pegaba dos tiros.
El presunto homicida tendrá dieciséis o diecisiete años. Es un chaval pequeño y regordete, lo menos parecido a un delincuente convencional; pero es indudable que está muy enfadado.
Su colega, algo mayor que él, viste una chupa negra con el escudo del Atleti y se peina con aspiradora y gomina. Luce un pendiente distinto en cada apéndice auricular y tres arandelas al norte de la oreja derecha.
―Bueno, tío; yo me bajo aquí. ¿Vendrás luego con los colegas?
El gordito se queda solo y yo aprovecho para ocupar el asiento vacío que ha dejado el otro.
―¿De verdad les pegarías dos tiros?
El pistolero no parece sorprenderse por mi intervención. Visto de cerca parece aún más joven. Me mira y remacha:
―O tres.
―¿Qué te han hecho?
―A mí nada; a mi hermana.
El autobús va perdiendo pasajeros a medida que nos acercamos a mi destino. Quizá por eso, en vista de que no nos oyen, el chaval se desahoga y cuenta con una historia terrible de drogas, violencia y algo más. 
―¿Cuantos años tiene tu hermana? 
―Catorce.
―Si te decides a darles dos tiros ―le digo―, llámame y te acompaño.
Antes de ponerme en pie para salir, le entrego la última tarjeta de visita que me queda. El crío me mira hacia arriba y me pregunta cuál es mi iglesia.
Vuelvo a sentarme. Total, puedo bajarme en la siguiente parada.
Es majo el chico. Se llama Iker, es del Madrid y quiere ser mecánico.
Ya en la calle, y como despedida, me suelta un extraño elogio:
―Para ser cura, eres bastante normal.
En casa me preguntan si me encuentro bien. Parece que no tengo buena cara.

 
 

Wednesday, January 16, 2013




Pocosplaceres tan humildes, sencillos, inocentes, baratos e intensos como el del estornudo. Estornudar sin estar resfriado, al aire libre, a rienda suelta, con ruido, sin pañuelo que amortigüe la emisión de perdigones, mirando al horizonte y cerrando los ojos en el momento cumbre… ¡Qué maravilla!
La mayor parte de los placeres dejan en la conciencia un punto de tristeza o remordimiento. Algunos son indigestos o producen cefaleas. El estornudo, nada de eso.
Yo acabo de estornudar en endecasílabos catorce veces seguidas: un soneto de estornudos. Y, aunque no sea una verdad de fe, estoy persuadido de que, en el Cielo, el estornudo será parte de la gloria accidental de los bienaventurados.
Atchisss!  
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