El verdecillo.
Eres como yo; siempre estás en lo más alto del árbol más pequeño. Y cantas, cantas sin parar; pero tan bajito que apenas te oyen los cuatro insectos que le rodean.
―¿De qué presumes, pequeño vanidoso? Nadie te escucha, y eres tan minúsculo…
―No me insultes, amigo. No sabes con quién estás hablando. Soy de la familia de los canarios, y tengo que ensayar.
* Siempre he hablado con los pájaros, pero sólo desde hace unos meses me contestan
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