―Sí; pero habrá que despertarlo. Marita dice que se aburre. Todas las mañanas después de desayunar echa una ojeada al globo y, como no ve nada nuevo, se dedica a hacer solitarios chinos.
―¿Chinos?
―Como lo oyes, lechuzo mío.
―¿Y quién es esa “Marita”?
―La madre del jefe. Ya le ha ordenado un par de veces que vuelva a poner el globo en órbita, y no va a tener más remedio que obedecer.
―Le despertaremos poco a poco; que tenga tiempo para desperezarse y bostezar mirando a la luna.
―Nulla dies sine línea?
―O más...
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