Tuesday, October 29, 2013

Cuandoviajo en avión o en tren, siempre llevo al menos un libro de poemas. Leer poesía tiene muchas ventajas: la más evidente, que no importa mucho perder el hilo. Uno puede interrumpir la lectura cuando lo necesite y continuarla o volver a empezar sin inconveniente.
Esta vez he traído tres libros: una antología de Twardowski, magnífico poeta polaco; “La rama” de Pedro Antonio Urbina (creo que lo he leído más de una docena de veces) y una edición bilingüe digital de La Divina Comedia.
Al final, Dante ha vencido por goleada, y no he podido resistir la tentación de empezar el curso de retiro con los versos más conocidos, los del comienzo:
Nel mezzo del cammin di nostra vita/ mi ritrovai per una selva oscura,/ ché la diritta via era smarrita.
Ahi quanto a dir qual era è cosa dura/ esta selva selvaggia e aspra e forte/ che nel pensier rinova la paura!
“En medio del camino de nuestra vida/ me encontré por una selva oscura,/ porque la recta vía era perdida. ¡Ay, cuán dura es esta selva salvaje, áspera y fuerte, cuyo recuerdo renueva el miedo!”
Que la vida es un camino parece un lugar común, pero no muchos la ven así. Un camino tiene siempre un sentido, una meta, y lo importante no es disfrutar de la marcha, sino llevar la dirección justa para alcanzarla.
Hay que salir de esa “selva oscura” en la que uno puede encontrarse por culpa de un mal paso o de un mal sueño, y reemprender el camino hacia la Patria.
 
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