Wednesday, October 23, 2013


Estoyen las afueras de Miraflores de la Sierra. “La Acebeda” es la última casa del pueblo antes de comenzar la subida al puerto de Rascafría. Me dicen que muy cerca hay un edificio abandonado donde los gatos campan a sus anchas. Tal vez haya una buena cosecha de ratones. Supongo que mis visitantes proceden de allí, y ya sé por dónde entran. Esta tarde, mientras rezaba el rosario en el jardín, he visto a uno que asomaba la cabeza por debajo del portón. La abertura es mínima, pero el felino invasor ha logrado entrar sin dificultad. Al verme se ha detenido un instante y ha hecho además de retroceder. En ese momento he decidido dirigirle la palabra:
―¿Se puede saber qué pretendes?
―Amigo Monasterio ―me responde el gato―. No te alarmes; soy sólo una metáfora para tus meditaciones y homilías. Ayer me llamaste holgazán porque elegí una cómoda silla de tu territorio para dormir la siesta. Mañana tienes que predicar el retiro. Explica a tu público que debe guardar silencio absoluto. Cualquier concesión en este terreno, por pequeña que parezca, puede ser el portillo por donde entre el gato de la disipación y el desenfreno.
Reconozco que suelo aprovechar estos días de aislamiento para hablar con los pájaros; pero hasta ahora nunca me habían contestado.
El gato blanco se va por donde había venido. No sé qué opinará mi psiquiatra de esta conversación.

Categories:

0 comments:

Post a Comment

ban nha mat pho ha noi bán nhà mặt phố hà nội