- Tomármelo con calma. Una entrada al día será más que suficiente.
- No cumplir siempre todos mis propósitos. El anuncio del lunes puede entrar el martes, o quedarse fuera. No pasa ná.
- Navegar evitando las tormentas y huracanes. No entrar al trapo de las borrascas.
- Crear un blog de acceso limitado que llamaré “a lápiz”. Allí iré almacenando ideas sin concretar, esbozos de historias, recuerdos que tal vez puedan pasar al globo más tarde.
- Escribir dos cuentos más para niños y buscar entre mis lectores a un buen ilustrador. Hay que editar ya ese libro.
- Cuando llegue a una casa nueva esperar al menos dos horas antes de preguntar, “¿Hay wifi?”
- Si no tengo cobertura, dedicarme a la lectura.
- Y si no me entienden, pensar que no me he explicado bien. Volar más bajo.
Tuesday, January 7, 2014
Posted by Unknown on 1:57 AM
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Monday, January 6, 2014
Posted by Unknown on 1:05 AM
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Dicenlos “expertos” que uno de los mayores peligros que acechan al automovilista es “la hipnosis de la carretera”. Cuando el tráfico es escaso, la autopista no tiene curvas y todo es perfecto, el que está al volante corre el riesgo de quedar levemente traspuesto, como hipnotizado por el runrún del motor y conducir automáticamente, casi sin saber lo que hace, hasta la catástrofe final. El problema se agrava, en mi opinión, si uno hace caso a la dirección general de tráfico y trata de poner los cinco sentidos ―ni uno menos― en el volante y no se distrae un poco con el paisaje, la música o la conversación con el copiloto.
El riesgo de hipnosis no existe, gracias Dios, en el Puerto de Pajares, tomado en dirección a la Meseta. Los picos de Europa aparecen a los ojos del conductor como un muro imposible de superar. Las montañas nacen casi en la costa y suben hasta más allá de lo razonable. Uno tiene la impresión de encontrarse solo y desamparado, incapaz de alcanzar una cumbre que nunca llega.
De pronto me supera un camión inmenso resoplando como uno de aquellos elefantes que utilizó Aníbal para cruzar los Alpes. En la radio oigo la voz de Camarón de la Isla, que da un aire de tragedia al aire de la mañana. Al salir de un túnel, nieve. Las montañas se han reproducido y han creado nuevas montañas blancas, enormes, imposibles de vencer.
Ahora canta Lucio Dalla “Caruso” y yo trato de acompañar a su gran voz de tenor con la mía, temblona por las circunstancias. ¡Qué gran viaje! Volvería a hacerlo un millón de veces. Ni el menor peligro de hipnosis. El sueño se quedó en Asturias.
Saturday, January 4, 2014
Posted by Unknown on 11:12 AM
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Salióa la superficie por la mañana. Asomó el hocico y exploró los alrededores con su fino olfato. No detectó nada especial. Nada. El aire era frío e insípido, muy diferente al ambiente cálido y sabroso del interior.
A pesar de todo se aventuró a caminar unos pasos. ¡Qué extraño!: el techo era azul y parecía tan lejano y luminoso que casi no podía mirarlo. Todo era enorme. Se sentía desnudo en medio de aquel vacío; pero, por un instante, sintió la tentación de explorar los alrededores.
Oyó unos pasos. Eran dos hombres gigantescos que reían a carcajadas. ¿De qué se reían? En su pequeño túnel nadie reía jamás. Él sabía que la lucha por la vida es algo muy serio. Había que pelear, morder, gruñir…
No aguantó mucho tiempo. Pocos segundos después entró en su cueva resoplando.
―¿Se puede saber de dónde vienes?
―He salido un momento a ver…
Su padre hizo un gesto de desagrado.
―No vuelvas a hacerlo nunca más. ¿Me entiendes? Eres una rata, un noble roedor como tus veintisiete hermanos, y tu sitio está aquí. Lo único real es la basura. Aquí naciste y aquí debes vivir hasta que te pudras y sirvas de alimento a tus enemigos. No hay mejor aroma que el que ahora respiras ni mejor pitanza que los excrementos que van llegando.
―Pues a mí me ha parecido que allí fuera están contentos.
―Todo es mentira, Miguel. Viven engañados dentro de una burbuja de cristal. No les envidies. Pobre gente.
Friday, January 3, 2014
Posted by Unknown on 8:15 AM
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Ribadesella quizá sea el último pueblo asturiano que visite antes de regresar a Madrid. Hoy Andrés y yo hemos decidido abandonar por unas horas la autovía del Cantábrico para dar un paseo por sus calles y comer junto al mar.
Dice la radio que se aproxima una fuerte borrasca, que las temperaturas caerán ocho o diez grados en Oviedo y que en Nueva York lo están pasando muy mal. También hablan del Canal de Panamá, del paro (“desempleo” lo llama el gobierno para que suene mejor) y del Sporting de Gijón, que es “líder” en su categoría. Aquí, en una pequeña sidrería con terraza, frente al puerto deportivo, los paisanos hablan de pesca y yo charlo con mi amigo de las aves acuáticas que hay frente a nosotros.
Lo más llamativo es la aglomeración de cormoranes, negros como el carbón, que extienden sus alas como vampiros para secárselas al sol. Los cormoranes son buceadores y tienen la línea de flotación muy alta. Cuando entran en el agua, apenas asoman el cuello sobre la superficie. Se ve que lo suyo es la pesca submarina.
―La naturaleza es sabia ―me dice Andrés―.
―¿Tú crees? ―le respondo para provocarle―. ¿Y dónde tiene el cerebro la naturaleza? Yo no creo que las lechugas, las focas o las estrellas sean demasiado inteligentes. Para mí que hay otra sabiduría detrás.
―No empieces…
Le hago ver lo mal que flotan los pobres cormoranes.
―Está todo muy bien pensado. Carecen de esa capa grasienta que tienen los patos para no empaparse; pero en cambio bucean y pescan de maravilla. Luego necesitan orearse al sol.
Hablamos también de las tres o cuatro especies de gaviotas que nos rodean, y de los charranes, que son veloces como las golondrinas.
Camino de Gijón me acompaña a rezar el rosario.
Wednesday, January 1, 2014
Posted by Unknown on 4:59 AM
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Es el belén de mi casa en Madrid. De momento sólo puedo verlo en foto, pero tiene buena pinta, a pesar de que el fotógrafo no ha empleado medios muy sofisticados.
Desde el belén de Solavieya volaré hasta los diez o doce belenes de Marita, pasando por el famoso belén de Villaviciosa. Luego tal vez me detenga en Valladolid para ver lo que han hecho allí los del Club Tempero. Al fin, el día 6 desembarcaré en el Belén de Tajamar, comprobaré que aún tengo una habitación y me dispondré a salir rumbo a Riaza.
Como veis, no me muevo mucho: no he salido de Belén.
Tuesday, December 31, 2013
Posted by Unknown on 5:34 PM
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Marta Chacón, también llamada Cordelia, me envía esta bellísima historia. Su autora es médico y ha trabajado como pediatra algunos años. Además es una notable escritora.
31 de diciembre, diez y pico de la noche. Llevo más de doce horas viendo niños en la urgencia. Queda ya muy poco para el año nuevo. A ver si nos dan un respiro y podemos cenar...
Pues no. Un bebé llora en la sala de espera. Me asomo y les indico que pasen, con la idea de terminar cuanto antes.
Son jóvenes, muy jóvenes, obviamente extranjeros. Magrebíes, árabes o así. El padre me explica:
―Nos volvemos a casa, pero ha empezado a llorar y no conseguimos calmarlo. No sabemos qué le pasa.
La madre, una chiquilla con enormes ojos oscuros, sonríe y dice algo que no puedo entender, porque la sonrisa me ha dejado pasmada.
Le pido que repita.
―No llora nunca, no parece que tenga hambre, no sé lo qué es.
Empiezo con la ronda de preguntas: ¿embarazo y parto normal? Se miran, sonríen, ella con esa sonrisa que parece como si hubiera salido el sol. Él con una media sonrisa que le llega hasta los ojos, con un puntito de picardía, como si supiera algo que los demás no saben. Es evidente que se quieren, que él no la trata con ese desprecio teñido de agresividad que frecuentemente emplean en su tierra con las mujeres.
―Sí, todo normal.
Miro al niño, que ahora se ha quedado dormido, y tiene la cabeza redondita como los niños nacidos por cesárea. No digo nada, no sé por qué.
―¿Come bien? Sí ¿Hace pis y caca? Sí ¿Duerme sus horas? Sí ¿Qué edad tiene? Seis días. Desnúdelo, por favor.
El niño desnudito en la camilla sigue durmiendo, no se ha despertado al quitarle la ropa. La piel color canela, mata de pelo negro en la cabeza. Las pestañas tiemblan al ritmo de su respiración. Auscultación normal. El cordón limpio, a punto de caerse. Les doy instrucciones para cuando se caiga. Tripa normal, caderas normales. Oídos normales. Le miro los dedos de los pies y las manos. A veces, cuando la madre tiene el pelo largo, se enreda en un dedito y puede causar problemas. Nada.
―Todo está bien, no le veo nada.
Les explico que no deben preocuparse, que la exploración es toda normal, que patatín, que patatán, que pueden volver si hay algo nuevo que les alarme.
La chiquilla me dice:
―Está tranquilo desde que hemos entrado. Igual solo quería verte. Anda, cógelo un poquito mientras me pongo el abrigo.
Y me da el niño.
Ante una desfachatez semejante, mi reacción habitual hubiera sido bastante cáustica. No sé por qué, simplemente cojo al niño y lo acuno. Abre los ojos y me mira, no con esa mirada desenfocada de los recién nacidos. Me mira hasta dentro, y me ve. Es el vivo retrato de su madre, incluidos los ojos, oscuros que no grises, dulces, profundos. Me ahogo en esos ojos que me prometen felicidad sin límites. Amor. Vida.
María me coge al Niño despacito, me sonríe de nuevo, y se vuelve para marcharse.
El padre me da las gracias y me desea feliz año nuevo.
Y yo me quedo sentada en la silla como si me hubiera caído un rayo.
Posted by Unknown on 3:01 PM
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Es un flash mob conmovedor. No se me ocurre mejor manera de felicitaros a todos el año nuevo.
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